bici

BICI (80), esa compañera de dos ruedas que nos lleva a través de calles, caminos y aventuras. Desde niños, aprender a montar una bicicleta es uno de esos logros inolvidables que marcan nuestra infancia. La sensación de libertad, el viento en el rostro y el mundo desplegándose ante nosotros es algo que, una vez experimentado, siempre anhelamos volver a sentir.

Asociando la BICI con el ANHELO (25), podemos imaginar la sensación de un joven que, tras mucho tiempo sin montar, encuentra su vieja bicicleta en el garaje. Empolvada y con los neumáticos desinflados, pero aún intacta. Recuerda los días soleados, las risas, las caídas y las carreras. El anhelo de esos momentos simples pero infinitamente preciosos lo embarga. Decide arreglarla, y con cada ajuste, los recuerdos fluyen y el deseo de revivir esas emociones crece.

Y luego, al asociar BICI con RANA (42), surgen imágenes de un pantano tranquilo. Imagina montar en bici por un sendero que bordea este pantano, y en cada parada, pequeñas ranas saltan alrededor, como si quisieran unirse al viaje. Las ranas, con sus saltos audaces, parecen recordarnos la importancia de dar saltos de fe, de aventurarnos, al igual que cuando nos lanzamos por primera vez sin rueditas auxiliares en nuestra bicicleta.

Estas asociaciones evocan la nostalgia, el deseo y la audacia. Nos recuerdan que, independientemente de cuánto tiempo haya pasado, siempre podemos redescubrir y revivir las alegrías simples de la vida.